Leo bajo el título “LE FIGARO, los mejores vinos del mundo catados en 2022”, un aviso en el diario La Nación, domingo 13 de noviembre 2022, y me entero con inmensa alegría y con vergüenza personal que las cuatro botellas de vino que ilustran el aviso: “Petrus 2019” con 99 puntos, “Chateau Lafite Rotschild 2019” con idéntico puntaje, “Nicolás Catena Zapata 2019” con un puntaje de 98 y “Chateau Margaux 2019” también con 98 puntos.
La alegría es por él, Nicolás Catena Zapata que llega al podio de los mejores vinos del mundo. La vergüenza personal es porque he bebido Petrus, Chateau Lafite Rotschild y Chateau Margaux y no he bebido Nicolás Catena Zapata; la vergüenza personal se debe a que estando tan cerca no he sabido ver lo que tengo ante mis ojos, es por ser ciego al placer cercano y por regodearme con placeres nostálgicos.
Me explico; por una elección de vida, por una filosofía existencial, me he inclinado por el concepto griego de que “viajar es indispensable, vivir no lo es” y eso me ha llevado a recorrer gran parte del mundo y vivir una vida de aventuras desde los 15 años que hice mi primer viaje a Machu Picchu en compañía de un amigo y no he parado de hacerlo. Entre esas experiencias, viví durante dos años (1979-1981) en una aldea en el Midí francés, en el departamento del Gard, al pie del Mont Bouquét a 15 kilómetros del primer ducado de Francia, Usez.
Trabajé como agricultor, colaboré en la reconstrucción de una antigua granja donde se habían criado gusanos de seda para surtir a las hilanderías de Lyon. La casa era de 1826 y yo fui el ciudadano número 9 de los que habitábamos el ‘hameau’ de Saussine.
Como agricultor estaba a cargo de la huerta e hice dos vendimias en Cote du Rhone. Como albañil construí una torre de piedra muy acogedora con pretensiones de emular a la de Michel de Montaigne, donde terminadas las tareas me sentaba a contemplar el campo de lavandas y a leer a la luz de una vela a David Hume, porque a todo esto, me había graduado en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires.
Ese juego de extremos siempre ha sido parte de mi vida por razones que no vienen al caso en este artículo ya que tienen que ver con aspectos muy profundos de mi personalidad que deben ser conversados con un psicólogo o con un amigo querido.
En el diario La Nación del día anterior al citado, leí la entrevista que José del Río le hizo a Laura Catena que me llenó de alegría en un año en que el mundo, el país y mi vida personal transitaron por lo que los latinos definieron como Annus Horribilis, y que la entrevista permitió mitigar, por el espíritu de creatividad, innovación, superación y trabajo constante que en los 120 años de la bodega fundada por Nicola Catena, el bisabuelo italiano de la actual directora de la bodega han logrado de una manera contundente y son ejemplo esperanzador para una sociedad que se empecina demencialmente en repetir errores.
Dicen los que saben, que los extremos se tocan, repitiendo aquello que señaló Heráclito hace más de 2500 años cuando elaboró el concepto de ‘dialéctica’ (“El camino hacia arriba y hacia abajo, es uno y el mismo”).
El Museo Virtual de la Jarra de Pingüino que hemos creado con Joaquín Martínez, a partir de mi colección de jarras de pingüino comenzada en 2004 desea unir dos extremos que van desde la simpleza de las jarras que representan el espíritu tesonero de la inmigración y simbolizan la rusticidad de los primeros vinos argentinos a la excelencia y prestigio que hoy han alcanzado y desea transformarse en Museo Físico y mostrarse en un libro que ansía ser publicado donde se podrán ver las hasta ahora 260 jarras que lo componen distribuidas en 6 salas.
La propuesta que exponemos públicamente apunta a unir ambos extremos: que la excelencia de la Bodega Catena Zapata se sume a la dignificación de la jarra emblema del vino de mesa común donde solían servirse los “Crespi” y los “Facundo” producidos por Catena hace muchos años y nos ayude a honrar los rústicos pingüinos de cerámica originales a los de exquisita porcelana de Limoges y a otros de notables artesanos que hoy forman nuestro Museo.
Soñamos con un Museo Físico. Estamos en tratativas con Juan Carlos Pallarols en el diseño de una jarra de cristal con pico y base de plata donde el Nicolas Catena Zapata 2019 pueda decantar esa “pureza maravillosa que proviene del aire fresco de los Andes”.
– Alejandro Frango,
Director del Museo Jarra de Pingüino.